El mendigo arrastraba sus zapatos rotos mientras recogía bayas -su único alimento- a la orilla del camino. Algunas las tiraba, porque estaban amargas. Las lágrimas caían por su rostro, compadeciéndose de sí mismo por su mala suerte en la vida. Sin embargo, un quejido lastimero llamó su atención y se giró. Tras él, un hombre descalzo recogía las bayas que él descartaba. Entonces el mendigo dejó de llorar y quejarse.
Si tomamos consciencia de que nuestro dolor no es el más grande, de que otros sufren peores calamidades, mayores azotes en la vida, nos sentimos mezquinos. ¿Cómo puedo yo protestar al universo por mi enfermedad cuando hay niños con leucemia, por ejemplo? Seres inocentes, con toda la vida por delante, que sufren lo que nunca debería sufrir un niño.
Relativizar mi sufrimiento me hace más fuerte. Es como un bofetón indoloro que te espabila de golpe, «venga mujer, no te quejes que otros están peor que tú y sonríen». Porque los niños enfermos siguen buscando cualquier excusa para sonreír.
Yo quiero ser una niña que persigue momentos de felicidad, lo deseo por encima de todo, y a veces llegan cuando menos te lo esperas. El otro día, fuimos a ver mi hermana Juanamari, convaleciente de una operación desde hace un mes. La visité junto con mi hermana pequeña, Silvia, y una prima, Jose, que tiene una grave enfermedad cerebral. Os invito a ver el breve momento que capturamos en este vídeo. Aún seguimos riéndonos. Un abrazo.
Me he levantado hoy de «lunes» con el día torcido sin ningún motivo aparente, y me encuentro esto. Qué lección me das amiga querida y que día más hermoso tengo por delante. Te quiero
No sabes como me alegro de que te des cuenta! Un superabrazo amore!
Esto es lo más fantástico que he visto en mucho tiempo. ¡Sois maravillosas todas! ¡Gracias, de verdad!
Gracias Susana! Un abrazo de oso.
Sonreír y tener al lado a alguien que nos enseñe que tiene una abrazo, una caricia o un beso para nosotros, para demostrarnos su cariño, nos fortalece. No cura, no sana la enfermedad que tengamos, pero hace nuestro cuerpo más resistente. Y eso es lo que te pasa a ti, a vosotras. Sonríes tanto, tienes tantas muestras de cariño, que cada día eres un poquito más fuerte que el anterior. Por eso te mando un millón de besos mágicos, de esos que curan a los niños, para que puedas sentirte un poquito mejor hoy.
Acabo de recibirlos! Ha sido increíble. Un abrazo!
Hola corazón. Si pinchamos en tu perfil vamos al blog de pepacomunica.com, no a este. Por si quieres cambiarlo. Besitos
Graciassssds💚
A ver ahora! Gracias de nuevo!
Perfecto! Eres una máquina!!
Jeje, me ha costado entrar donde arrearlo!
Haberme preguntado y te hubiera echado una mano, mujer
Era un reto pelear contra WP!
De nada! Un placer 😉
Lindo verte sonreir, Pepa!
Lindo tener noticias tuyas, jeje!
Sós un solcito…
Impresionante. Se me han puesto los vellos de punta con esta entrada. Qué alentador ver que existen personas así.
Gracias, Alvaro. De verdad.
Gracia Álvaro. Hay también momentos tristes pero solo queda intentar sonreír porque da fuerzas. Un beso.
Entrar a verte, Pepa, es recibir una dosis de optimismo. Ríe, sigue riendo porque estoy segura que reír te hace más fuerte.
Te dejo aquí un montón de sonrisas para cada minuto de lo que queda del día!
Besetes…
Gracias Maria. Las recibo y atesoro. Un superabrazo.